TODA LA MÚSICA HABLA DE AMOR

bucaramanga01El trovador chileno se presentará el sábado en el Superdomo Orfeo. Antes de su llegada a Córdoba habló de sus canciones, sus influencias y sus amigos en la música.

De nuestra redacción
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Alberto Plaza regresa a Córdoba y su presencia despierta las expectativas lógicas para un artista que en los últimos años supo colocar canciones en los rankings, a través de interpretaciones propias y de otros. Si bien al trovador chileno no le gusta anticipar cómo serán sus shows porque sostiene que “se pierde la magia necesaria entre artista y público”, es evidente que los temas de Acústico -su último disco editado publicado en la Argentina- serán la columna vertebral del espectáculo.

El sábado a las 21.30 en el Superdomo Orfeo (avenida La Cordillera y Rodríguez del Busto), el autor de Febrero 14, actuará junto a su banda y se reencontrará con un público que él mismo define como “uno de los más exigentes que conozco”. Las entradas están en venta en Dinosaurio Mall y se pueden pagar con todas las tarjetas. Los precios son los siguientes:sector pista $ 80, $ 70 y $ 60; sector rojo $ 60 $ 40 y $ 30.

Antes de su llegada a Córdoba, desde su casa de Miami, Plaza dialogó con este diario y naturalmente el tema del amor -su especialidad- sirvió para inicial la charla. “Al amor le cantan todos los artistas del mundo y cada uno le imprime su propia óptica”, anticipa. “Pero el amor evoluciona, cambia constantemente -agrega-. De un ser humano a otro, de una generación a otra, de una relación a otra, puede haber una mirada diferente sobre el amor. Nunca una persona se relaciona de la misma manera con los distintos amores que va teniendo en la vida”.

-¿Qué quiere decir?

-Que hay amores de adolescente, el amor de matrimonio, el amor a los hijos. Hay muchas formas de amar y cada una de ellas evoluciona, cambia y tenemos que encontrar para cada una de ellas un modo para expresar la manera en la que vive.

-¿Encuentra alguna característica especial en la manera de relacionarse afectivamente hoy?

-Vivimos una evolución constante. Sin ir más lejos las relaciones ya no se consideran necesariamente a largo plazo, desde un principio. Cuando dos se involucran en una relación ya no es tan claro que eso vaya a ser para toda la vida, como era antes. Esto determina una relación de pareja totalmente diferente, que puede tener muchos matices y da una libertad que se puede manejar bien o mal. Yo soy de los que piensa que la mujer es la que hace la familia, es el núcleo del grupo familiar; y si no está enfocada en este sentido se produce una ruptura, en la familia y en la sociedad. Veo que es bien distinto como se vive el amor hoy respecto al siglo pasado.

-Entonces la idea de amor ha dejado de ser un valor absoluto y se volvió vulnerable, ¿será por eso que la gente necesita tanto que le hablen de amor?

-La gente siempre se acerca a las canciones de amor, que conviven paralelamente con lo el resto de sus cosas. Las canciones de amor son la columna sonora de la vida. Toda la música, si nos ponemos a analizar, habla del amor, pero las canciones románticas nunca dejaran de ser escuchadas, porque son nuestra esencia. De eso estamos hecho y es imposible apartarnos del camino del amor. No cabe pensar que un ser humano vaya a darle vuelta la cara a un sentimiento que el final de cuentas determina sus relaciones.

Perfil de trovador

-¿Cómo se definiría entre los cantantes románticos de la actualidad?

-Me considero un trovador romántico, que va contando la vida en canciones; que va dejando como un cronista de una época el sentimiento de una generación hecho canción.

-¿Por qué se siente un trovador, más que un cantante?

-Porque cuento la vida con canciones. Creo que lo principal en una canción es el contenido; la forma musical debe estar al servicio del contenido literario y eso distingue a los trovadores.

-¿Cuáles fueron los artistas que más lo influenciaron?

-En la primera parte de mi vida sentí una influencia muy fuerte por parte de Joan Manuel Serrat y por lo que se llamó la Nueva Canción Chilena donde estaban Inti-Illimani, Violeta Parra y Víctor Jara. También los italianos me marcaron, Riccardo Cocciante, principalmente. Más tarde, en la adolescencia, me encontré con las canciones de Silvio Rodríguez y Pablo Milanés y eso me hizo dar un vuelco, a mí como a todo una generación de latinoamericanos. Desde allí comencé a prestar atención también a las canciones que cantaba Mercedes Sosa y a las que componía León Gieco. Este tipo de música fue el que más me marcó.

-Alguna vez dijo que también el folklore argentino la había influenciado…

-Es que la primera influencia la tuve en mi casa y fue el folklore: la zamba argentina, la tonada chilena. Soy un amante de la música folklórica y me gusta mucho explorar las raíces.

-¿Por eso en su actuación en el último Festival de Jesús María cantó una zamba?

-Lo hice con legítima emoción; sentía que estaba cumpliendo un sueño no expresado, que era poder cantar en Argentina una canción que mostrará esa influencia que tuve y que hasta el día de hoy conservo, porque todavía recuerdo muchas zambas y chacareras que cantábamos en familia.

-¿Por ahí no siente necesidad de mirar al amor desde otras perspectivas más irreverentes, tipo Sabina o Arjona?

-Cada uno tiene un estilo y un sello, porque detrás hay una mirada que te orienta. Yo estoy orientado hacia el encuentro, por eso en mis canciones, al fin y al cabo, se puede percibir una ventana hacia la alegría. Mi intención pasa porque las canciones sirvan como una herramienta de unidad y eso lo expreso de distintas formas.

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