El texto que les presento a continuación es un artículo que escribí para el periódico La Hora, de Chile, en el año 2000, años antes del nacimiento de Facebook. Como verán, las ideas no bastan, hay que ponerlas en acción, y esa fue la única diferencia entre Mark Zuckerberg y yo, jajaja.
El libro de los pensamientos
Me encanta la idea de tener una columna en este prestigioso diario. De hecho, lo veo como un primer paso para un proyecto muy ambicioso que se me ocurrió hace algún tiempo y que había dejado de lado no sé por qué. Se trata de un libro que voy a titular: “Lo que pienso de las cosas”. En él me voy a referir a todos los temas que se me ocurran y voy a dejar escrito lo que pienso de cada cosa en ese momento de la vida. Por ejemplo, el Capítulo 3, Número 6 se va a llamar “La eutanasia” y voy a describir con cuidado detalle cuál es mi opinión sobre ese tema. En otra sección me referiré al IPC y en otra voy a decir si tengo miedo a volar. Un apartado especial tendrá mi visión sobre el carácter del chino Ríos y por supuesto que voy a referirme a la televisión. En realidad, voy a hablar de lo que se me antoje. Así, si alguien quisiera conocerme, podrá leer ese libro y tener una completa “radiografía” de mi pensamiento. El viejo anhelo de escribir un libro materializado en esta especie de Manual de Opiniones. Por supuesto, como nada es para siempre y también la opinión evoluciona, deberé actualizar oportunamente los conceptos que vayan quedando obsoletos, porque nadie asegura que lo que pienso ahora sobre los lentes de contacto de colores se vaya a mantener hasta el año 2028. Es un proyecto largo, pero apasionante. Qué bueno sería que cada ser humano tuviera su propio libro, para que cualquiera pudiera saber lo que cualquiera piensa sobre cualquiera cosa. Y ahora que tenemos internet, el libro puede ser publicado en un sitio web personal, donde se puede exponer a muy bajo costo, todo lo que uno piensa sobre las cosas, transformándose esa plataforma en la página editorial de cada ser humano. ¡Qué maravilla! Cómo no va a ser estimulante saber en un segundo lo que piensa Michael Jackson de los negros o la opinión que tiene Ominami de Longueira y viceversa. Imaginen que van a salir una noche con una rubia estupenda y no saben si le gustan las flores o los chocolates. Simplemente entran a su página web, buscan en la sección “El hombre” y tienen la respuesta. También podrán saber cuáles son los temas que no hay que tocar durante la velada porque las opiniones son distintas. Ella, a su vez, ya habrá buscado en la página web pertinente lo que le interesa saber, así es que tienen una noche maravillosa por delante. Ni hablar de las ventajas que tendremos a la hora de buscar un trabajo. Bastará con conseguir el libro del gerente de personal de la empresa a la que postulamos, para saber el corte de pelo que deberemos llevar a la entrevista. Hasta nuestro Bam Bam podrá informarse sobre el lado que menos le acomoda al arquero del equipo rival cuando esté frente al balón en un penal decisivo ante miles de espectadores. Mientras más lo pienso, mejor lo encuentro. Analicemos, por ejemplo, el enorme avance que experimentaría el pensamiento universal, porque cada uno de nosotros tendría la obligación de pensar. Algo que parece tan difícil pero que está tan al alcance de la mano o, si se quiere, de las neuronas. Pensar, pensar, solo por el gusto de pensar. Y, puestos a la tarea, ¿Quién dice que no nos gustaría la experiencia? Yo los invito a acompañarme en esta aventura. Podemos revolucionar el mundo. Entremos al nuevo milenio con un desafío por delante. Hagamos un libro y una página web cada uno de nosotros y propongo que el primer capítulo sea: “Qué pienso sobre tener un libro de pensamientos”.
Alberto Plaza